La enfermedad de Meniere (EM) es un trastorno raro cuyo diagnóstico se fundamenta en criterios estrictamente clínicos que no siempre cumplen los pacientes que la padecen, y en otros llega a confundirse con otras patologías vestibulares como la migraña vestibular, el vértigo posicional paroxístico benigno, la hipofunción vestibular y determinados procesos emocionales. A pesar de la publicación relativamente reciente (2015) por parte de la Academia Americana de Otorrinolaringología (AAO) de una guía de práctica clínica con la intención de facilitar su diagnóstico y tratamiento, el uso de esta y la adhesión a las recomendaciones que propone no alcanza el deseado propósito. Este ha sido el germen de este estudio multicéntrico: An International Survey of the Diagnosis and Management of Meniere´s Disease Amongst Otolaryngology Consultants recién publicado en la prestigiosa revista The Journal of International Advanced Otology. Este interesante trabajo, en el que ha participado el Prof. Galera, ha sido realizado por un grupo de otorrinolaringólogos del Reino Unido (5), España (2), Israel (1), Irlanda (1), Grecia (1) y Alemania (1) y se encuestaron a 173 otorrinolaringólogos europeos sobre distintos aspectos clínicos relacionados con la EM.
Se distribuyó internacionalmente un cuestionario online durante cuatro semanas. Se pedía a los encuestados que, de forma anónima, evaluaran su confianza en el diagnóstico de la EM, identificaran las investigaciones mínimas necesarias para realizar un diagnóstico, describieran el uso que hacían de los criterios del AAO, compartieran sus modalidades de tratamiento preferidas para los ataques agudos e indicaran sus opciones de tratamiento preventivo de primera y segunda línea. La mayoría de los encuestados llegaron a las siguientes conclusiones:
· El 78% se sentía que cuando alcanzaba el diagnóstico de EM lo hacía con seguridad.
· Las pruebas mínimas necesarias a realizar ante un paciente con sospecha de EM son la anamnesis, otoscopia, pruebas clínicas vestibulares y audiometría de tonos puros.
· Solo el 20,2% utiliza las recomendaciones de la AAO mientras que el 31% las sigue con frecuencia, es decir menos del 50% lo hace regularmente.
· La cinarizina es la medicación que más se utiliza en los ataques agudos, seguida de la betahistina.
· La betahistina (30,1%) y las restricciones dietéticas (28,3%) se recomendaron casi por igual como medidas preventivas de primera línea.
· Ante el fracaso del tratamiento la medida de segunda línea más utilizada es la inyección intratimpánica de esteroides (30,1%).