La rinosinusitis crónica con pólipos es una enfermedad inflamatoria de la mucosa nasal y de los senos paranasales. Se caracteriza por la presencia de pólipos, que son crecimientos benignos que obstruyen la cavidad nasal y provocan síntomas como congestión, pérdida del olfato, rinorrea y una importante afectación de la calidad de vida. Hasta un 60% de los pacientes tienen también asma, y muchos asmáticos graves presentan síntomas nasales. Esta relación refleja el concepto de “vías respiratorias unidas”: lo que sucede en la vía aérea superior repercute en la inferior, y viceversa.
El vínculo entre ambas enfermedades, asma y rinosinusitis, no es solo clínico, sino también biológico. Comparten mecanismos inflamatorios comunes, sobre todo la llamada inflamación de tipo 2, mediada por eosinófilos, linfocitos y citoquinas. Estos mediadores generan un entorno que favorece tanto la persistencia de los pólipos como la hiperreactividad bronquial, lo que dificulta el control de los síntomas con los tratamientos convencionales, fundamentalmente corticoides locales o sistémicos y cirugía.
En este escenario, los nuevos tratamientos biológicos basados en anticuerpos monoclonales dirigidos contra moléculas clave de la inflamación tipo 2 en muchos casos consiguen reducir el tamaño de los pólipos, mejorar la obstrucción nasal, favorecer la recuperación del olfato a la vez que logran un mejor control del asma, con menos crisis y menor necesidad de corticoides orales. De esta manera, en determinados casos en los que no se alcanza un control adecuado de los síntomas de la rinosinusitis y el asma en pacientes que no responden a la cirugía mediante la extirpación de los pólipos, es posible tratar de forma conjunta la inflamación que afecta tanto a fosas nasales, senos y bronquios.